A partir de 1850 hasta 1890 se introdujeron reglas que definitivamente estimularon el desarrollo de este deporte. Una de estas reglas fue que el portero podía atajar el balón con sus manos. A partir de ese momento se comienzan a detectar tácticas en las cuales se agregaba un mediocampista a los defensores para ayudar a transmitir el balón a los delanteros. Entre los británicos, Escocia se destacó por su juego de pases.
A principios del siglo XX, durante los primeros encuentros de equipos internacionales de futbol, se incorporó un quinto jugador como refuerzo en las labores defensivas y de entregas de balón. En 1924 y 1928 las olimpiadas se topan con la sorpresa del triunfo de un pequeño país de América del sur; Uruguay, el cual jugaba con una gran habilidad en pases colectivos y variedad de dribles.
A partir de este tiempo el futbol se comenzó a jugar con más defensores que atacantes. Los años de los 50 y 60, con Uruguay, Hungría y Brasil a la cabeza y con el rey Pelé surgiendo, se instauran cuatro defensores, dos mediocampistas y cuatro delanteros.
Durante la década de los setenta, nacen grandes estrellas como los holandeses Rinos Michels y Johann Cruyff, los franceses Michel Hidalgo y Michel Platiní que reclamaron el futbol más ofensivo y creativo. El esquema táctico que se interpuso fue el 4-3-3, cuatro defensas, tres mediocampistas y tres delanteros, especialmente practicado por los alemanes e italianos.
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